Por Martín Carzo
Gesticula. Reclama. Se mueve como un león enjaulado dentro de esa línea de cal discontínua que delimita el 'sector de trabajo' del banco de suplentes visitante.
Pasaron los nervios del debut de un entrenador mundialista. Si, si, aquel que tuvo de rodillas a la gran España que se quedó con la gloria en Sudáfrica, y aquel que llevó a Paraguay a la final de la Copa América en nuestro país. Demasiadas batallas en el lomo, pero ninguna como esta. Ninguna con la rojinegra de por medio y sin el con la 8 en la espalda.
Ya había avisado en la semana, denotando que la ansiedad le sobrevolaba a cada rato. Se notó, pero fue canalizada positivamente. Porque la Lepra arrancó a puro vértigo y llegó a confundir al Pincha, pero un error fue suficiente para tener que remar desde atrás. Y la desventaja en el marcador preocupa. Porque Estudiantes es uno de esos equipos que conocen el paño donde se mueven.
Entretiempo de bronca y desfibrilador, y con un shock eléctrico Newell's salta al campo. Y Mateo realiza un gran anticipo largo, como casi todo el partido, y quien ahora lleva la 8 se dedica a jugar al fútbol y deja de jugar a la pelota, para poner un pase bárbaro de 30 metros. Y Urruti esta vez no falla.
Puños en alto. Mirada fija a las 10 lucas rojinegras que coparon La Plata. Puño derecho apretado, al igual que los dientes. Gesto de ferocidad para sus dirigidos.
Atrás había quedado la charla con aroma a reclamo hacia la terna arbitral, por ese penal de los que tantos hay y tantos se ignoran por encuentro.
Y se notan las ganas. Esas ganas de ganarlo revueltas en el respeto a un gran equipo que, aun sin Veron en cancha, es superior por individualidades a este Newell's. Pero hay ganas de batacazo. Porque Boselli queda aislado. Porque Iberbia y Mercado no dañan por afuera. Porque Mariano Gonzalez no tiene espacios para pasarse a nafta y hasta el Chino Benitez está impreciso. Podemos hablar de un mal partido de Estudiantes. Yo prefiero darle más porcentajes de mérito a la gran tarea defensiva de Newell's.
Pero vale. Atacar sin perder de vista que no hay que desorganizarse para defender si no se logra profundidad. Y vale, pero solo si se hace valer en casa, como declaró el mismo Tata luego del encuentro. Y si, la revolución animica Martiniana ya apunta a Argentinos Juniors.
Pasó la ansiedad del debut. Pasaron los nervios de un entrenador mundialista que puso en juego algo mas que su idolatría en el Paque. 'Será bueno si lo hacemos valer de local'. Coincido. El fútbol es un estado de ánimo. Y ese es el mensaje a bajar.
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