2 de enero de 2012

El nuevo ciclo futbolístico


Por Roberto Mensi

A horas de comenzar un nuevo ciclo futbolístico la tarea pasa por hacer un balance del último semestre del primer equipo de Newells. Fundamentar los aciertos y acentuar los errores resulta una fase fundamental para encarar el nuevo proceso. 

El ciclo Torrente ilusionó desde lo conceptual. Desde sus argumentos de recuperación rápida de la pelota y variantes a la hora de atacar aunque poco de esto se tradujo en el campo.


La inclusión de Diego Mateo en la ultima línea hacia suponer mayor flexibilidad en defensa a la hora de los cierres y búsqueda de mayor intervención de los marcadores volantes desdoblándose en ataque y defensa. El esquema no encontró los mejores intérpretes. El doble volante de contención siempre pareció excesivo, fundamentalmente en los partidos de local. La ausencia de Mauro Formica marcó desde su incorporación al Blackburn ingles, la falta de una fase a la hora idear movimientos de ataque. El pase desde la línea media para cambiar defensa por ataque nunca encontró destinatarios. Esto obligó que la jugada nunca se despliegue en su totalidad y culminara en pelotazos largos, que sin el esfuerzo para conseguir la segunda jugada, se hacían estériles.


También se intento la búsqueda del desequilibrio por las bandas pero nunca se vieron trabajos de forzar los dos unos necesarios para sacar ventajas en la línea. No se incentivo la búsqueda de extremos que cumplieran la función. A la hora de la presión sobre el balón el equipo solo pudo hacerlo por momentos, sin notarse como  estrategia, sino como solución para alguna circunstancia del partido. El partido con Boca Juniors , en donde se conformaron dos líneas marcadas apostando a la defensa,  quizás haya sido uno de los partidos mas ordenados de Newells en defensa pero se había traicionado la idea y se corría el riesgo de que los futbolistas cayeran en la confusión acerca de cual era la idea del entrenador.

Los errores individuales fueron un factor clave del ciclo Torrente. A la hora de la definición y la defensa los jugadores fallaron. De todos modos los malos resultados obtenidos encuentran su explicación en la falta de una bandera a la hora de encontrar una forma de juego. El entrenador resolvió sobre la marcha y eso no ayudó.  


Esto explica que a la hora de la elección de Cagna, los fundamentos pasen por la búsqueda de orden y obtención de puntos. 


Los técnicos híbridos son aquellos en los que sus equipos no demuestran  ninguna expresión de rebeldía en ninguna de sus líneas. Estos entrenadores suelen recibir elogios solo por la obtención de puntos, aunque nunca es resaltado algún punto alto de su funcionamiento. Cuando los resultados no aparecen se desnuda la falta de recursos para la superación del rival.


Diego Cagna mostro todo esto. La búsqueda del orden se diluyó partido tras partido. Un doble cinco en donde nunca se pudo demostrar cual era su función dentro del esquema. La variante ofensiva pasaba por el sector derecho en donde Fabián Muñoz pudo lucirse hasta su expulsión. Algunas trepadas aisladas del lateral Cristian Díaz ofrecían algún guiño a la ilusión de un mejor juego, pero era solo eso, una ilusión. El plantel había caído en un bajón anímico grave ayudado por la falta de una idea clara de juego que jamás fue bien orientada desde la dirección técnica.


Los rendimientos individuales no ayudaron en estos últimos meses. De todos modos no se observo la propuesta de adaptar futbolístas a una plan de juego, por lo contrario solo se intento “hacer lo que se podía”, idea clave que desmorona la motivación de cualquier plantel. Los entrenadores influyeron en el descendente estado mental de los jugadores. Se hacía necesario un cambio radical en las expectativas y motivaciones del plantel. 

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